El debate sobre
si la pedagogía es una ciencia o un arte, es un debate muy viejo. Sin embargo
subyacen en él relevantes cuestiones que afectan de lleno también al presente,
como la formación del profesorado, la relación entre teoría y práctica o la
naturaleza de la dominación tecnocrática.
Si
la pedagogía es (o nos parece que es) una ciencia o un arte no es cuestión
baladí, ya que profundizar en ella implica abordar otras como la relación entre
teoría y práctica pedagógicas, la formación del profesorado, la naturaleza del
saber-poder en el campo educativo o la naturaleza de las relaciones
maestro-alumnos y algunas más.
La
pedagogía se vistió con las ropas de las ciencias experimentales, y en sus
desarrollos didácticos pretendió aportar prescripciones de carácter
«científico», como orientaciones ciertas y universales (incluso cuando se
plantean como adaptables a contextos reales) para el ejercicio de la enseñanza.
Al
hablar de arte no nos referimos al concepto clásico de artes
liberales o el de artes vulgares, sino a una acepción muy común que
remite a un conjunto de habilidades y de conocimientos que nacen de la
experiencia práctica y se nutren de ella.
Pedagogía como arte
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Pedagogía como ciencia
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Pone el acento en la
experiencia. En el oficio y habilidades personales del maestro. Mira más
hacia la cultura empírica de la escuela.
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Pone el acento en la teoría y su aplicación práctica,
en la formación del maestro «desde arriba». Mira más hacia la cultura burocrática
y científica de la escuela.
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Depósito de confianza en
el maestro. Se ajusta a realidades de sistema escolar descentralizado,
heterogéneo.
Niega la validez
universal de las técnicas de enseñanza como pedagogía aplicada.
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Necesita
desconfiar del maestro como práctico ya que así se justifica la ciencia que
ilumina, el mismo estatus del experto y de la pedagogía académica. Se ajusta
más a un sistema centralizado y homogéneo.
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Predomina la visión de
la enseñanza como inculcación (metáforas de la cera virgen, de la tabula
rasa, impresión en papel en blanco, etc.).
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Predomina la visión de la enseñanza como «liberación»,
como extracción, «de dentro a fuera». Propiciatoria de la llamadas «pedagogías
psicológicas».
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Se adapta mejor al
contexto escolar de «taller artesanal», con gran espectro de decisiones
adoptadas por el maestro. Textos escolares de autor y larga vida.
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Se
adapta mejor al modelo de escuela-colegio, maestro especialista. Alta determinación
del Estado y el mercado.
Libro
de texto industrial y alto consumo.
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Concibe los resultados
de la enseñanza como poco predecibles, dependientes de factores
incontrolables.
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Evalúa y mide resultados. Los supone predecibles y
confía en el control de los cambios. La evaluación como centro totalizador de
todo el sistema. El fordismo educativo.
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Figura del maestro como
actor implicado en las complejas relaciones pedagógicas (relaciones de poder
aunque en estos términos no suele reconocerse). Metáfora del aula como teatro
y del maestro como actor.
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Figura
«neutra» del maestro que aplica diseños, métodos y recursos. Comunicador que
«no pretende manipular», sino conducir la mente infantil en base a los progresos
de las ciencias de la educación.
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Por: Julio Mateos Montero
e-mail:
jmateosmontero@usal.es
Federación
Icaria (Fedicaria). España
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